El National Geographic tiene maravillosos reportajes y como penosa contrapartida un esforzado y periódico afán de colaboración en el acoso a las Terapias Naturales. Acaba de publicar “Estas son las 73 pseudoterapias confirmadas por el Gobierno”
La primera pregunta que cabría hacerse es por qué y en base a qué en 2019 entre miles de posibilidades se tomaron sólo 139 supuestas pseudoterapias mezclando todo tipo de cosas, terapias con mucha evidencia científica con terapias, prácticas, creencias, etc, etc que nada tienen que ver con ella, algunas curiosamente rarísimas sacadas de no se sabe dónde.
Otra es por qué denominar despectivamente pseudoterapia a algo que no tiene publicados estudios científicos (mezclándolas luego además con las que sí), este hecho no implica necesariamente que no funcione, que no le sirva a nadie o ni siquiera que sea una terapia concreta.
A continuación el artículo compara ese batiburrillo de “pseudoterapias” con los fármacos regulados para intentar dar una idea de perjuicio o peligrosidad intentando convencer al lector de que si algo pasa las fases médicas y legales de los fármacos regulados será seguro y eficaz. El problema no es solo la falsedad de esta afirmación, falsedad que al día de hoy es bien y trágicamente conocida en muchos casos, si no intentar que se acepte la utilización solo de lo que interese a la Industria Farmacéutica en complicidad con los gobiernos que actúan cada vez más afanosamente como sus comerciales.
En la sección de noticiasde la web #coNprueba (la del vergonzoso spot con imposición de manos a un móvil y un “abracadabra” de acompañamiento para condimentar la parodia) hay un vídeo en el que, al margen de la mayor o menor veracidad de sus afirmaciones, se dice que vivimos mejor que nuestros abuelos por:
– “el esfuerzo investigador”: es decir, lo contrario a lo que invita la campaña que es a no investigar nada que pueda beneficiar a la gente si no únicamente lo que decidan grandes corporaciones que controlan gobiernos y sociedades médicas.
– “la aplicación del pensamiento crítico”: justo lo contrario que se pretende con la campaña que anima a asumir acríticamente los dictados y conclusiones de las farmacéuticas privadas y de sus comerciales (nuestros gobiernos). Si los cuestionas, independientemente de que lo hagas con argumentos científicos o no, te ridiculizan, insultan, atacan, censuran y reprimen.
– “la superación de los remedios pseudocientíficos”: Eso de “remedios pseudocientíficos” es una rara especie de autoantónimo o mejor un versátil comodín que sirve para cualquier cosa que haga falta en cada momento. Este gobierno (de comités de expertos inexistentes) es experto en intentar plantear simplistamente blancos y negros y meter variopintas entidades en el mismo saco como este en el que paradójicamente entran muchísimos de los considerados oficialmente científicos, de lo que desgraciadamente en la actualidad tenemos tantos y tan terribles ejemplos.
La primeras 73 de la lista negra se metieron enseguida en el saco de “pseudoterapias” según dice el artículo por falta de publicaciones científicas. Después de casi CUATRO años parece que les siguen quedando las mismas 66 ¡menuda eficacia científica!, pero no pasa nada al fin y al cabo el despilfarro económico de dinero público es a costa de nuestro bolsillo y lo peor es que su utilidad consiste en disminuir las oportunidades terapéuticas de la gente y empeorar su calidad de vida. ¡Qué triste!