Parece que el Partido Demócrata estadounidense (el equivalente a los partidos progresistas de aquí) no ha sabido conectar mayoritariamente con ningún sector de la población: ni con las mujeres, ni con los hombres, ni con las minorías étnicas, ni con los inmigrantes, ni con las clases trabajadoras, ni con religiosos ni con ateos, ni con otra infinidad de grupos etiquetados de muy diversas maneras.
Aquí, la progresía no parece haberse enterado de qué va esto. Un ejemplo: la nueva campaña contra las “pseudoterapias” del Ministerio de Sanidad (https://saludconevidencia.aemps.gob.es/), bajo el hastag #EsPopularPeroNoCiencia, lanzada justo tras la DANA de Valencia y el triunfo de Trump. Lanzada contra negacionistas, conspiranoicos, aficionados a los bulos, derechas, ultraderechas y más allá.
La campaña destila la habitual falta de rigor y prepotencia de los que se sienten bendecidos por la Ciencia, hablan por ella, creen (con fe ciega) en ella y defienden el tipo de escepticismo que solo coincide con sus propias ideas, creencias y valores.
El escepticismo de quienes discrepamos de las bondades y eficacia de la biomedicina es despachada con un talante propio de gente dogmática, fundamentalista e inquisitorial. Nada que ver con lo de tener una mente abierta.
La izquierda progre y cientificista trata a todas aquellas personas que valoran y usan las terapias naturales como seres infantiles, sin capacidad de juicio, vulnerables e ignorantes. Profundamente ignorantes, por eso el Ministerio de Sanidad hace esas campañas con una mezcla de paternalismo y humor simplón, que esconden una absoluta falta de pensamiento crítico acerca de cómo la industria de la salud ha convertido la salud en un negocio, en ocasiones criminal.
Es para quedarse perplejos cuando se publican libros como “Crónica de una sociedad intoxicada”, de Joan Ramón Laporte (https://www.planetadelibros.com/libro-cronica-de-una-sociedad-intoxicada/390096), y nadie va a la cárcel.
¿De qué va esto? Va de que gran parte de la población ha asumido un pluralismo médico que es despreciado y ridiculizado por los partidos políticos, principalmente los de la izquierda, que pretenden hacer creer que sus políticas en relación a la salud están basadas en la ciencia. Va de una absoluta falta de respeto hacia las terapias naturales y al enfoque holístico, hacia las medicinas tradicionales, hacia enfoques alternativos para tratar el sufrimiento de las personas. Va de ignorar la profunda crisis que atraviesa la biomedicina. Va de la prepotencia e ignorancia de aquellos que hablan en nombre de la Ciencia, como si la Ciencia pudiera “hablar” y revelar la Verdad, con mayúsculas.
Va de que la progresía tendrá que volverse más liberal y permitir que la práctica de las terapias naturales sea legal (¡no regulada!); y defender los derechos fundamentales de las personas, incluyendo la libertad de conciencia, frente a las limitaciones justificadas en una salud pública y una ciencia manipuladas de forma interesada. Si no, la derecha y ultraderecha podrán hacer creer que sonhttps://diario16plus.com/opinion/que-significa-regular-las-terapias-naturales_408009_102.html ellos los defensores de la libertad, y los partidos de la progresía desaparecerán sin haberse enterado de qué va esto.