Es una obviedad que una de las cuestiones que más daño causa a la salud y que más impide el progreso hacia soluciones para enfermedades y sufrimientos es la clasificación de la gente en partes diferenciadas, que hace la medicina convencional, como si por arte de magia funcionaran individualizadamente sin relacionarse ni afectarse entre ellas. Eso de ver a una persona de forma holística es un lío para una medicina que necesita clasificar para meter en el mismo saco. Si alguien tiene un hueso roto se le intentará colocar y los demás problemas psicológicos o físicos asociados a la rotura se los arreglará ella si puede y si no tendrá que intentar aguantar. Si tiene un déficit de algún nutriente le recetarán un suplemento (farmacéutico claro) relegando la alimentación que lleve y sus motivaciones, con lo que seguirá con el problema que provoca el déficit y por tanto con la farmacia. Es un sistema descerebrado para un sistema sanitario al que le viene de perlas cuadricular, medir y pesar y que así podrá dentro de poco atender al paciente sin médico con ¿Inteligencia? Artificial donde una pantalla le preguntará buscará su historial médico y decidirá el tratamiento farmacológico.
Las enfermedades no se las inventan las personas, se las inventa la industria con “expertos” colaboradores (DSM) para medicalizar cualquier situación de la vida lo que es súper-rentable.
Al margen de otras cuestiones como el origen de enfermedades como la fibromialgia es interesante comprobar como va cambiando la percepción de algunos profesionales ante la sinrazón impuesta por un modelo industrial de abordar la enfermedad sin tener en cuenta ni un poquito la influencia de lo físico en lo psíquico y viceversa.
José Luis Marín, psiquiatra: «La fibromialgia no está en tus terminaciones nerviosas, está en tu historia vital»