La Ciencia no funciona autónoma por sí sola como tan a menudo nos quieren hacer creer con la intención de evitar el cuestionamiento de lo que nos venden y nos imponen. Lo que se investiga lo deciden los financiadores. Lo que se guarda en un cajón y lo que sale a la luz de lo descubierto también. No menos decisivo es cómo se aplican los hallazgos. La rentabilidad manda en un sistema de acumulación de beneficios y de competitividad para cotizar más que los demás. Mucha polémica y legislación sobre discriminación que se olvida de que La Ciencia la desarrollan personas y empresas con clara ideología y descomunales sesgos.
Sexo, género y fármacos: por qué las mujeres están ‘sobredosificadas’