Si siguiéramos los planteamientos pseudoescépticos y en concreto de nuestro Gobierno deberíamos considerarlo un auténtico peligro. No hay evidencia científica y por tanto es una pseudoterapia peligrosa sobre todo si se corre la voz y se extiende esta práctica entre otros congéneres. Este animal debería esperarse a que la Industria Farmacéutica corriese con los gastos de los estudios correspondientes, se revisara por pares y de demostrarse seguridad y eficacia fuese aprobado por los organismos reguladores pertinentes. De momento deberían tomarse medidas para hacer una campaña de difusión tipo #coNprueba que evite los riesgos asociados a este tipo de pseudociencias.
‘Rakus’, el primer orangután al que han visto curarse una herida con una planta medicinal